Refugio del Calvario es una video-instalación que gira entorno al relato de mi abuela, en adelante Carmen Rangel, sobre su infancia en el cortijo "El Calvario", actualmente en ruinas. Se presenta rodeado de materiales de construcción en bruto y bajo una cubierta de sábanas para, junto al testimonio contado de manera amable y cercana de Carmen, conectar con nuestra infancia al mismo tiempo que se plantea una revisión de nuestro futuro, esta vez más cercano a la naturaleza y las personas que queremos y también más lejos de las prisas y pretensiones que creo identificables en la vida de casi cualquiera.
Elementos tridimensionales, sonido e imagen en movimiento combinados con la finalidad de generar un refugio ante aspectos que encuentro inaceptables de nuestro modo de vida; sensaciones comunes y metáforas que van desde nuestra niñez hasta la edad que tengamos como participantes se entrelazan en su recorrido para, a fin de cuentas, presentar nuevas posibilidades de vida.
Los elementos que se han relacionado en la obra son: el refugio de sábanas que de niños solemos hacer en el salón, un cortijo en ruinas de mi pueblo (Osuna, Sevilla) llamado el Calvario donde mi abuela -en adelante Carmen Rangel- pasó parte de su niñez, su relato en audiovisual sobre cómo vivía entonces y materiales de construcción en bruto. En conjunto, se han trabajado desde la práctica social para fomentar una relectura de nuestro modo de vida y plantear un refugio temporal ante circunstancias que están muy presentes en nuestra cotidianeidad: estrés, constante fijación en el futuro, desvinculación de la naturaleza, vivir para pagar costes básicos... es evidente que atender al contexto de la niñez de una persona que hoy tiene 81 años conlleva mucho más que un comentario de recelo hacia el capitalismo y su modo de vida; el núcleo de la instalación es la simpleza con la que Carmen Rangel resume una situación de posguerra en pasarlo bien, estar con la familia, jugar con los amigos, disfrutar de la naturaleza... En Refugio del Calvario cualquiera puede no solo ampararse y hacer más llevadero su ritmo de vida, sino también replantearse su futuro desde la perspectiva del relato. Para enlazar ambos aspectos se ha trasladado la planta escalada de las ruinas existentes del cortijo en cuestión al suelo del refugio; lejos de la acepción de roto, antiguo o inútil, se ha hecho uso de la ruina como posibilidad futura de cambio siguiendo una iniciativa activista y crítica, que no meramente contemplativa. Dichos materiales en bruto presentan la instalación en un estado inacabado que, por un lado, desafían la mentalidad resultadista en la que se ha educado mi generación y, por otro, la corriente estética de lo bonito e insustancial: de por sí la ruina, que por estar casi derrumbada parece inútil, ejerce de detonante para evidenciar qué cosas adquieren valor sólo por su estética o proximidad a ciertas modas, y así, la instalación se presenta en potencia y no en acto, para explotar su atemporalidad como vestigio y presentar una puerta abierta, entre el lugar inacabado y los materiales de construcción que lo rodean, para que el espectador se apoye en ambos e imagine su futuro en un lugar más cercano a la ruina y la experiencia que guarda. Por otro lado, la textura, el color y la pátina usada de los materiales dispuestos mantienen una estética que huye de las imágenes reductivistas, la academia de arte y el minimalismo al mismo tiempo que juega en contra de la lógica neoliberal que está conquistando cada rincón de nuestra vida.
A modo de conclusión, comentar que el título Refugio del Calvario es un juego de palabras entre el lugar representado, el Calvario, y lo que para mí suponen todas las sensaciones que se intentan inhibir en la instalación: un calvario.
Junio 2021
A continuación un prototipo a escala construido en el estudio donde se repite el relato de Carmen dos veces seguidas y, en vídeo, se muestran todos los detalles estéticos de la instalación: