Diariamente a través de la fotografía se lleva a cabo un registro constante sobre nuestra percepción de lo bello y lo aceptable; en Cuerpo fragmentado sobre ropa vieja se propone un ejercicio de reconciliación con la materialidad del propio cuerpo, lejos de las significaciones que debido a nuestro sistema de vida se han adherido al mismo. Observar el cuerpo ajeno en una sociedad donde prima la cultura de la cancelación, y que es movida por necesidades impuestas y ambiciones superficiales, supone precisamente no observar el cuerpo humano: cuando miramos al Otro, ¿vemos su cuerpo o los convencionalismos que desplazan a ese cuerpo de ser observado por lo que es? Con estas fotografías he pretendido generar un dispositivo para la mirada del cuerpo fragmentado, desprovisto de ideas asociadas: una mano, un brazo, un pezón y un codo.
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