Se trata de un remake de la fotografía “Charles Rusell working on the painting Whose Meat?”, autor desconocido, tomada en 1914 en su estudio de Great Falls, Montana. Charles Marion Russell (1864-1926) es un pintor histórico estadounidense que capturó la vida del Oeste americano a través de más de 4.000 obras. Su trabajo supone hoy un registro visual sobre la interacción con la cultura indígena; un testimonio de grandes paisajes y majestuosas escenas de vida silvestre de su tiempo. A día de hoy, tiene un crédito tan fiable que ha llegado a, por ejemplo, vender obras por 5’6 mill en subasta o decorar el Capitolio del Estado de Montana (obras: “Piegans” y “Lewis and Clark Meeting the Flathead Indians” respectivamente).
El interés en el remake viene dado por el potencial del historial y la estrategia de trabajo del representado en la foto, Charles Marion Russell, para promover un discurso en torno a los motores de la cultura visual de nuestros días así como del papel de la fotografía en la misma.
El autor sigue la tradición pictórica de su tiempo; más de 4000 producciones generan lo que sería hoy un storytelling sobre acontecimientos que ocurrieron y él pintó con el propósito de dejar constancia de los mismos; generaciones futuras a su obra entendieron y entienden hoy la vida del oeste americano y la convivencia entre pueblos gracias a su trabajo pictórico, y es ese precisamente el hecho que se pretende abordar en la reinterpretación: el de pintar como símil de producción del conocimiento que a día de hoy se tiene sobre un contexto específico del tiempo y el espacio, del comportamiento y la experiencia; en definitiva, el de pintar como réplica de la realidad. Y es que desde una perspectiva poscolonial habría mucho que discutir al respecto: el genocidio o la expropiación y la ocupación de tierras indígenas por la fuerza, por ejemplo, son hechos constatados que ocurrieron en la temporalidad de las obras de Charles Marion Russell, pero que su obra no trata. Generaciones enteras, por lo tanto, tienen un imaginario colectivo del llevarse bien y la buena práctica y no de lo contrario, que no por olvidado deja de ser cierto.
En 1839, 75 años antes de realizarse la obra original, la fotografía irrumpió en el arte pictórico que, por entonces, estaba inmerso en la búsqueda del realismo y la representación fiel a la realidad. El potencial representativo de lo real de la fotografía afectó a la manera de entender la pintura: si existía una técnica capaz de replicar la realidad a la perfección, ¿qué sentido tenía la mímesis en pintura? Ya entonces, esta era una pregunta que muchos se hacían aunque aún hoy, son muchas las salas dedicadas a obras hiperrealistas e increíblemente laboriosas que pretenden exactamente lo mismo, la mímesis de lo real. En la recreación “Charles Rusell working on the painting Whose Meat?, 1914, 2021”, se propone un paralelismo entre C.M Russell que relata historias de su tiempo mediante la pintura y la cámara, que proyecta lo que capta a tiempo real en un lienzo colocado justo bajo la propia cámara. Esto es posible gracias a un ordenador, sentado en la silla donde en la foto original se encuentra el pintor, que monitoriza la actividad que capta la cámara y la envía al proyector, acabando en el lienzo. C.M Russell en la obra original y la interacción de cámara, ordenador, proyector y lienzo en la recreación: lo que en su día fue el pintor norteamericano hoy lo es la cámara. La fotografía se presenta en blanco y negro primeramente para tender puentes entre la fotografía original, pero también para restar ruido de los diferentes tonos de los materiales del suelo y dirigir la intención a, por un lado, la ausencia de pintor (espacio en blanco) y por otro al circuito que forman cámara, ordenador y proyector (masa negra centrada). Mediante ese hueco en blanco se pretende acentuar que no existe persona donde debería haberla, la desnaturalización de la cámara funcionando en un circuito autónomo, así como la línea que asciende sobre la silla y forma parte de la tela colocada en la pared, recta y tensa, referenciando lo correspondiente a la tecnología en el ideario colectivo en contra del lugar donde, como decíamos, hay una persona en la foto original.
Aun así, lejos de generar un discurso que defienda la tecnología como construcción social, quisiera sobre todo ahondar en el papel de la cámara en la cultura visual actual: en la práctica cotidiana de ver y mostrar de 1914 Russell juega un papel decisivo, y no solo él, artistas de todas las disciplinas han construido la imagen que hoy tenemos de ellos a través de la misma práctica artística como medio. Su fotografía trabajando en el estudio es un fiel testimonio de ese suceso, por eso fue escogida, y de un modo parecido la recreación pretende exponer quienes y con qué medios se encargan de la elaboración de las imágenes que nos rodean y con las que convivimos, las que definen qué somos y hablarán de nosotros en el futuro. En el suelo, rodeando la silla que ocupa el autor del lienzo, se encuentran amontonados objetos comunes de la práctica artística clásica: pinceles, espátulas, óleos, tintas, acrílicos, mediums, disolventes, pigmentos, manuales de pintura clásica... ninguna se ha usado para el lienzo que se retrata en la foto. Son desechados, ignorados en contraposición a la imagen de C. M. Russell pintando, quien los utiliza para generar las historias que se recordaran de su tiempo.
Por todo lo expuesto, y apoyándonos en el remake, podemos afirmar que la producción de la cultura visual de nuestro tiempo responde más a un objetivo que a un pincel: los mayores logros llevados a cabo por el ser humano llegaron a mí, que nací en el 98, a través de fotografías y no de lienzos. A modo de ejemplo, el Curiosity de la Mars Science Laboratory no pintó el atardecer en Marte, ni tampoco reviví las protestas recientes contra el encarcelamiento de Pablo Hasel observando un lienzo. Por supuesto existirán obras pictóricas al respecto, pero el ideario colectivo que se ha generado en torno a ambos sucesos no responde a esas representaciones sino al trabajo fotográfico que se realizó al respecto. De hecho, el espacio representado es un lugar donde fotografía y pintura conviven: estudiando el espacio visible en la fotografía basada en la del estudio de Russell, se entiende que la posesión de los materiales -todos usados- que se desprecian frente a la cámara supone su uso, a tiempo pasado o futuro, pero su uso. De hecho, comparar la obra original con la recreación que aquí se propone constata que la transmisión de realidades sociales a tiempo presente no viene dada por representaciones pictóricas clásicas, como en 1914, sino mediante la fotografía. Pero eso no significa que la pintura o cualquier otro tipo de expresión artística no-fotográfica sea inútil en ese cometido. Es el modo de vida actual, rápido y constantemente creciente, lo que hace de la fotografía un medio eficaz en la transmisión de significados. Las expresiones artísticas clásicas requieren de una paciencia y un saber-mirar del que, generalizando, se prescinde a tiempo presente. El sistema económico y el consiguiente sometimiento a cambio y bombardeo constante de información nos han arrebatado la necesidad de traducir y pensar la información que se nos ofrece: información directa, visual, al instante, y por supuesto bajo intereses de quienes la financian es hoy el medio de la cultura visual, remarcamos fuertemente condicionado por intereses económicos y políticos. Y como es comprensible, la fotografía se amolda mucho mejor a esas características que cualquier medio artístico clásico, como la pintura o la danza, por ejemplo, y es ahí donde querría que hiciese hincapié Charles Rusell working on the painting Whose Meat?, 1914, 2021.
Marzo 2021